Ministerio Pastoral

Alguien dijo una vez con mucha razón que:

“Si bien es cierto que trabajar en el ministerio es una tarea que debemos considerar como un privilegio, también debemos tomar en cuenta las advertencias que encontramos en la Escritura de no entrar en el oficio pastoral sin estar debidamente señalado por Dios para esa obra.”

Hablando de los falsos maestros, dice el Señor en Jer. 23:32: “Yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo.” Si no es Dios mismo que los está enviando, tampoco serán de provecho, porque no tendrán los dones y capacidades necesarios, ni tendrán la bendición de Dios; y muy probablemente tampoco tendrán una buena motivación.

El ministerio pastoral debe ser llevado a cabo por hombres que Dios ha llamado y capacitado para ello. Es Dios mismo quien llama a los hombres al ministerio, no la iglesia.

Lo que hace la iglesia en ese proceso, como bien señala Charles Bridges, es acreditar.

“A aquel a quien Dios interna y apropiadamente ha cualificado. Este llamado, entonces, [el de la iglesia] sólo comunica una autoridad oficial” (The Christian Ministry; pg. 91). 

Pero la iglesia no hace pastores, ni puede impartir a los pastores los dones y capacidades que ese hombre necesitará para el oficio.

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